jueves, 29 de julio de 2010

Shrek: felices para siempre

Aunque haya quedado bastante eclipsado por los juguetes de Pixar, Shrek también ha vuelto este verano. No se ha hecho esperar 11 años (de hecho cuando le conocimos ya habíamos visto en el cine Toy Story 2), pero también ha vuelto para decir adiós. La vuelta era tímida, un poco por la puerta de atrás. Aunque Shrek Tercero tuvo en su momento el mejor primer fin de semana en taquilla de una película animada, fue una película tan olvidable que nos hizo temer que Shrek se convirtiese en una nueva franquicia interminable y con menos gracia a cada entrega. A la tercera parte le faltaban la ternura y la épica de la primera; ni rastro del delirio kitsch que fue la segunda. De hecho le faltaba casi de todo, y que Justin Timberlake le pusiera voz a un nuevo personaje no era suficiente, y menos en España.

Afortunadamente, la cuarta y última parte de la saga ha cambiado el rumbo, y ha puesto la "curva de Shrek" otra vez hacia arriba. La promesa de que era la última aventura ya fue todo un alivio: ir a ver una cuarta aventura del ogro, precedida por aquel fracaso artístico y sin la seguridad de que fuera el final hubiera echado atrás a muchos espectadores. Si bien el nivel de felices para siempre no llega al de las dos primeras pelis, se nota el esfuerzo que los creadores han hecho para irse con un poco de gracia, y la pirueta argumental tiene su intríngulis.

En un giro muy parecido al de la sexta temporada de Perdidos, en la última Shrek tenemos una realidad paralela en la que los personajes principales (a saber: Shrek, Fiona, Asno y Gato con Botas) no se han conocido, y en la que muchas de las certezas que teníamos sobre ellos y sobre el Reino de Muy, Muy Lejano han desaparecido.
La película tiene un gran prólogo en el que -cronológicamente en plena primera entrega- se nos presenta al malvado duendecillo Rumpelstilskin. Volviendo al presente, y en plena crisis de mediana edad, Shrek tiene "un día de furia" y deja a su mujer, a sus amigos, y a sus hijos (que cumplen años) para tomarse un respiro, cuando el oportunista Rumpels le ofrece volver a ser un ogro salvaje, temido y sobre todo anónimo por un día más. Como siempre en los cuentos, el trato tiene truco, y ese día podría ser el último de la vida de Shrek si no vuelve a poner todo en su sitio en 24 horas, convirtiéndose en un Jack Bauer para toda la familia. Este twist es lo mejor de la película, y afortunadamente es lo que la vertebra. Los momentos más disfrutables del film son los primeros que pasa el ogro protagonista en la nueva realidad, descubriendo de qué manera ha cambiado todo: esa ciudad en ruinas, ese castillo en el que hay montada una rave de brujas, ese pequeño gran hombre de gengibre convertido en gladiador.


Poco a poco todo se va volviendo más y más convencional, pero afortunadamente el metraje es lo suficientemente breve como para que no moleste. Entre lo más destacabe de Shrek 4, además de esa nueva y decadente ambientación, están las brujas y el malvado e impronunciable Rumpelstilskin, que se cambia constantemente de peluca y va acompañado (y casi es eclipsado) por un gigantesco ganso, que puede que sea uno de los personajes más misteriosos del cine de animación reciente. Yo paso del spin-off de Antonio Banderas y su Gato con Botas, quiero una peli o una serie de televisión sobre el ganso ya.

Calificación: 6,5

Veredicto: Desafortunadamente, no es Shrek ni Srek 2. Por suerte, tampoco es Shrek Tercero.