sábado, 14 de agosto de 2010
Toy Story 3
jueves, 29 de julio de 2010
Shrek: felices para siempre
Afortunadamente, la cuarta y última parte de la saga ha cambiado el rumbo, y ha puesto la "curva de Shrek" otra vez hacia arriba. La promesa de que era la última aventura ya fue todo un alivio: ir a ver una cuarta aventura del ogro, precedida por aquel fracaso artístico y sin la seguridad de que fuera el final hubiera echado atrás a muchos espectadores. Si bien el nivel de felices para siempre no llega al de las dos primeras pelis, se nota el esfuerzo que los creadores han hecho para irse con un poco de gracia, y la pirueta argumental tiene su intríngulis.
miércoles, 23 de junio de 2010
Saramago / Lisboa
Cuando tenía unos 16 años cayó en mis manos una edición del Círculo de Lectores de Todos los Nombres, pero o no la supe apreciar o era muy joven para hacerlo o simplemente el libro no era de lo mejor de su autor. La abandoné a las cien páginas y así ha quedado la cosa hasta hoy.
Unos años después estaba en Madrid mediando mi carrera universitaria y recibí una beca erasmus para estudiar un año en Lisboa. Sólo había estado un par de veces en Portugal, pero mi visita a Lisboa me había dejado fascinado y quería conocer más de esa ciudad; a diferencia de muchos de los otros extranjeros que conocí allí, yo había pedido Lisboa como primer destino y el año anterior a mi marcha estudié portugués en la escuela de idiomas de la Complutense. Fue durante este año anterior al erasmus cuando, previa búsqueda entre los escasos títulos en portugués de la Casa del Libro, acabaron en mis manos un libro de Eça de Queirós, uno de Miguel Torga y otro de José Saramago. Este último era Las Intermitencias de la Muerte (As Intermitências da Morte), que acababa de ser publicado. Lo devoré, disfrutando por primera vez del idioma luso en su variante escrita, y sorprendido por un autor del que hasta el momento lo ignoraba casi todo. Sorprendido por lo atrevido de la historia, por lo juvenil de los planteamientos y metáforas del autor (un señor que pasaba de los 80), y por lo extranjero y a la vez tan de andar por casa que me resultaba todo. El tramo final me pilló tan desprevenido como a casi todos los que han leído este libro y me sentí un poco decepcionado, pero también pensé que era ahí donde el autor se la jugaba al todo o nada con sus ideas. A Saramago se le pueden discutir muchas cosas (y se le discuten, me consta), pero no se le puede negar que se la juega.
Unos meses después, ya en Lisboa y un poco más familiarizado con el portugués, compré en una de las muchas librerías ambulantes, tan típicas en la ciudad (aparecen y desaparecen de las estaciones de tren) Ensayo Sobre la Ceguera (Ensaio Sobre a Cegueira). Me fascinó, como a tantísimos otros lectores, la parábola “que-pasaría-si” (muy en la línea de las Intermitencias) sobre un país sin nombre en el que una epidemia de ceguera blanca está dejando sin vista a todos los habitantes. Es brutal de principio a fin, y disfraza de misantropía lo que en realidad es un alegato a favor del hombre y de la familia/sociedad como único camino para la redención de éste. Tiempo después vi la película de Fernando Meirelles, muy interesante en el sentido de cómo pone en imágenes las acciones del libro, pero que deja de lado, por necesidad, la parte más importante de las novelas de Saramago: las reflexiones filosóficas que hacen o el narrador o los propios personajes, y que convierten a las acciones en meras excusas para éstas.
En las navidades que pasé en Portugal, una persona muy importante para mí me regaló El Evangelio Según Jesucristo (O Evangelho Segundo Jesus Cristo). Es un libro duro y denso, pero muy interesante en su sistemático despiece/reinvención de los Evangelios y en la búsqueda de rasgos humanos en Jesús, y en su descripción de un Dios (casi malvado, por qué no decirlo) que ha perdido el control sobre su poder. Me siento un poco fraudulento hablando de este título, porque hace mucho tiempo que me quedan unas 70 páginas para terminarlo. Es el único vínculo inconcluso que tengo con la persona que me lo dio, y eso pasó progresivamente de ser la razón para terminarlo a ser el porqué de que nunca quiera llegar al final.
Mis compañeros de trabajo (saltando un par de años adelante) me regalaron en mi despedida El Viaje del Elefante, ya en castellano y traducido por la mujer de Saramago, Pilar del Río. La penúltima obra publicada del autor no es ninguna maravilla pero describe muy bien, y de forma bastante entretenida, una de esas "historias de la historia" en que el rey de Portugal le regala un elefante asiático al emperador de Austria y éste tiene que hacer el viaje Lisboa-Viena. La primera etapa es la que va entre Lisboa y Valladolid (viaje que yo he hecho alguna vez) y sólo por eso me tomé el libro como algo bastante personal. Aunque ahora que leo todo esto, lo mío con Saramago es casi siempre bastante personal. Este año, y ya en Londres, me enteré en la página de la Fnac española de que Saramago había sacado libro. Se llamaba Caín (Caim) y me costaba lo mismo hacérmelo mandar desde España que desde Portugal, así que me incliné por la versión original y lo compré en fnac.pt. Volviendo al estilo de El Evangelio, la reinvención esta vez es la de la historia del primogénito de Adán y Eva, que deja de ser el malo de la película para ser una víctima más de ese Dios salvaje que no deja de agredir a los hombres ni de mandarles mensajes contradictorios. ¿Sabía Saramago que esta era su última novela cuando escribió, como sus últimas palabras, “A história acabou, não haverá nada mais que contar”? No lo sé, pero sea como sea le ha quedado redondo.
También en Inglaterra he vuelto a regalar a alguien Ensayo Sobre la Ceguera (ahora Blindness), que se convirtió así en el primer libro del que he comprado una copia en tres idiomas. Hace pocos días estuve en Lisboa de nuevo, y no me puedo arrepentir más de no haber comprado Memorial do Convento, que tuve en mis manos en Chiado, pero imagino que ya habrá tiempo. Al día siguiente de mi regreso de Portugal murió Saramago, y el resto está todavía fresco en los periódicos como para alargarse más en ello.
Dijo Saramago (a colación de las Intermitencias) que lo malo de la muerte es que “estás, y luego de pronto no estás”. Puede ser que sea así en el plano más práctico, y es cierto que estos días me he imaginado alguna vez a Pilar muy triste, vagando por los lugares que compartía con José en su casa de Lanzarote. Pero como habéis visto por mi incompletísimo y anecdótico recorrido por sus trabajos, me quedan muchas obras de Saramago por leer, y espero hacerlo. Y mientras tenga sus libros, Saramago estará.
martes, 8 de junio de 2010
Flight of the Conchords: World Tour 2010
domingo, 16 de mayo de 2010
10 años de Tate Modern et al.
El momento cumbre de nuestro paseo por aquel percal fue cuando, homenajeando involuntariamente a Tú, yo y todos los demás, encontramos una caja de pizza con algunos bordes mordisqueados en el suelo. Entre aquel caos, ¿Habría dejado alguien allí su basura o sería aquello una obra de arte? Prefiero quedarme con la duda...
Ugly Betty ya acabó, y la verdad es que salvó bastante bien los muebles en los últimos capítulos. Si me quedé con ganas de algo fue de ver por última vez al personaje que interpretaba Rebecca Romijn, pero por lo demás, pese a caer en todos los clichés de final de serie posibles, los últimos capítulos no estuvieron nada mal. En la última temporada el personaje de Justin había ganado muchísima importancia (y es que los guionistas sabían de qué pie cojea su público), y tuvo el final que se merecía. Vimos a Betty y Daniel por última vez en Londres, encontrándose "por casualidad" en Trafalgar Square, y por última vez la serie marcó distancias con el original colombiano y las innumerables adaptaciones que la precedieron. Fueron unos últimos 5 minutos bastante tiernos. ¡Farewell, Miss Suárez!
Lost acaba exactamente en una semana, y a estas alturas ya dudo de que el último episodio sea al menos digno. El antepenúltimo (sin tener en cuenta que el final será doble), Across the Sea, fue sonrojante. Su entrada en terrenos místico-alegóricos fue ridícula, su flashback a la primera temporada irrelevante y cogido por los pelos, sus efectos especiales de sketch de Cruz y Raya.
La Roux estuvieron bien en concierto, y Phoenix sobresalientes. Los franceses, que en países como EEUU o México llenan grandes recintos, se tuvieron que conformar con el sold out en Roundhouse (una sala impresionante estéticamente pero mediana), ya que el público inglés se les sigue resistiendo. Una ironía, teniendo en cuenta que los referentes musicales de Phoenix -dicho por ellos- son en un 80% británicos. Puede ser que este concierto haya roto la maldición. Un setlist casi perfecto de una hora y media, un público entregadísimo para lo que se lleva en estas latitudes e incluso un poco de surfeo de masas por parte de Thomas Mars al final, mientras seguía entonando 1901. Y nosotros en las gradas; no vuelvo a cometer ese error.
En lo cinematográfico, quedan pendientes de crítica Hot Tub Time Machine (que bastante bien), Furia de Titanes (mucho mejor de lo esperado), Io Sono L'Amore, I Love You Phillip Morris... el día menos pensado cojo y empiezo a escribir aquí con regularidad.
sábado, 3 de abril de 2010
Kick-Ass
Comenzó la película con la secuencia que ya conocíamos del teaser, y el público dejó muy claro en esos tres minutos que aquella no iba a ser una proyección normal de la película, sino que como buen pase previo-nerd allí iba a haber aplausos, abucheos, y sobre todo muchas carcajadas, si la película lo permitía. Y lo permitió, sobrepasando las expectativas en mi caso. No nos costó nada meternos en el ambientillo, y es que hay momentos en esta película en los que no hay más opción que aplaudir -aunque la estés viendo en un screener en la oscuridad de tu cuarto. Hay muchos one-liners y unas cuantas tollinas que son de diez, y aproximadamente el 50% salen de la boquita o de los puños de Hit-Girl, la niña-superheroína-psicópata que me olía antes de ver la peli que se iba a convertir en icono. Un 10 para Chloë Moretz (la hermana pequeña que no pintaba nada en (500) Days of Summer), por crear un personaje tan redondo, tan por encima de la edad que tiene y con tanta profundidad. Porque tanto Mindy/Hit-Girl como toda la película, por si las grandes cantidades de diversión fueran poco, también tienen un lado real, profundo, incluso tierno.
La historia comienza girando en torno a Dave Lizewski, un adolescente de lo más normal y aficionado a los cómics, que se pregunta por qué nadie antes, de entre todas las personas que adoran a los superhéroes, se ha intentado convertir en uno. Tras comprarse unos nunchakus y un traje de neopreno por internet, entrena un poco y comienza a patrullar las calles donde a) le patearán el culo repetidas veces y b) descubrirá que su teoría sobre la ausencia de superhéroes reales era errónea. Entre a otros personajes, Kick-Ass (el alter-ego de Dave) conoce a Red Mist, un jovencito que cuenta con muchos medios pero es bastante patoso; Big Daddy, una especie de Batman de saldo; y Hit-Girl, su hija, una niña de once años que no tiene ningún problema a la hora de utilizar las palabras fuck, cunt o son of a bitch mientras amputa miembros a sus enemigos. Primero, los héroes enmascarados discutirán por su popularidad y por cuál es la mejor manera de seguir siendo anónimos en una sociedad obsesionada con Myspace y Youtube. Después tendrán que unir sus fuerzas cuando Frank D'Amico, un poderoso traficante de drogas (cada vez me gusta más Mark Strong), se proponga destruirlos para volver a controlar el cotarro neoyorquino.
La película toca tantos palos, cubre tantos estilos y tiene tantos referentes estéticos que es complicado explicar qué es lo bueno en ella. Digamos que, si tengo que reducir Kick-Ass a su mínima expresión, diría que lo mejor es cómo una historia tan disparatada, tan cartoonish, habla en ocasiones de temas muy serios y llega a emocionar. También es un genial reflejo del espíritu de su tiempo, siendo elementos claves en la trama las redes sociales o la televisión en streaming. Kick-Ass es muy violenta y maleducada (pero mucho), y pese a la comicidad generalizada la violencia es gráfica y realista (nada Kill Bill), pero esto sólo me pareció un soplo de aire fresco en unos tiempos cinematográficos que huelen un poco a alcanfor. Los efectos especiales son bastante pobres, eso sí, y aunque el hecho de que sea una comedia ayuda un poco a mirar para otro lado, la cosa canta. En resumen, dos horas de entretenimiento puro y condensadísimo, un personaje para las antologías de chicas malas (o de niños violentos) de la historia del cine y un montón de frases para repetir con los amigos o actualizar el estado en Facebook.
Calificación: 8,5
Veredicto: nunca una película y su título habían estado tan en sintonía. Esta es la mejor patada en el culo que se lleva el cine en una temporada larga.
miércoles, 17 de marzo de 2010
Lady Gaga: The Monster Ball Tour
sábado, 6 de marzo de 2010
Finales que no
Lost ha llegado por fin a su sexta y última temporada, después de que las cabezas pensantes de la serie decidieran, en algún punto intermedio de la tercera temporada -calculo yo- que la cosa sería más fácil de manejar si ponían un horizonte a la vista. La espera previa a esta temporada creó unos niveles de expectación e histeria inauditos en un producto televisivo. Seis semanas después de su comienzo, la decepción generalizada está siendo directamente proporcional a las expectativas de los fans, y de momento sólo podemos darle a lo nuevo de Lost un gran WTF?
Sí, vale, después de los flashbacks y los flashforwards han llegado los flashsideways (sic) y se han creado dos realidades alternativas que tarde o temprano tendrán que converger, pero eso se veía venir desde que el pantallazo final de "El Incidente" fue blanco en vez de negro.
El problema es que los 42 minutos de cada episodio se nos van en unas aventuras en la Isla que cada vez son más de guiñol, con elevadísima presencia del Monstruo de Humo, un personaje que -quizá por el hecho de ser personaje- pone a prueba la fe de cualquiera. Hay también cantidad de decorados de papel-maché, el personaje de Ben ha dejado de ser el malo (¡no!), y Claire se ha frito el pelo. Cuando estamos fuera de la Isla, la sensación de que estamos perdiendo el tiempo es mayor, porque la realidad alternativa de Los Angeles no tiene ninguna sustancia, introduce personajes nuevos que dan MUCHA pereza (ese hijo de Jack a estas alturas de la película), y parece, cada vez más con todos los encuentros fortuitos, que al final va a ser todo un sueño de Antonio Resines.
Vamos, que la esperanza es lo último que se pierde, y Lost ha salvado alguna temporada con un episodio doble al final, pero este no es el comienzo que se merecía la última temporada del fenómeno televisivo y social de la década de los noughties. Quizá tenía que haber terminado antes de que lo hiciese la década y por eso se ha gafado.
Lo de Ugly Betty, mi guilty pleasure de los últimos cuatro años, responde a razones muy diferentes, y tan terrenales como la audiencia. Después de un buen comienzo, la pasada temporada la serie comenzó a desinflarse, y tras una renovación milagrosa y varios cambios en el día de emisión, hace unas semanas la ABC decidió que esta cuarta temporada iba a ser la última de la serie.
Lo cierto es que el declive de Betty no sólo ha sido en número de espectadores, sino que los guiones cada vez son peores y cuentan menos: la tercera temporada todavía tuvo algún momento épico, como el nacimiento del bebé de Christina en plena Semana de la Moda de NY, pero en la presente no está pasando nada de nada. Esperemos que, ahora que saben que this is it, escriban tres o cuatro episodios finales con un poco de gracia, y que Justin Suarez salga del armario de una vez. Una pena que un producto que surgió tan en lo alto, que demostró que de un material original como un culebrón colombiano se podía hacer una comedia de categoría A y que tenía unos personajes tan perfectos se vaya por la puerta de atrás. Pero si es que hasta Wilhelmina Slater es buena ahora... Os dejo con mi momento favorito de la mediocre cuarta temporada, la mañana después de cuando todos-se-lo-montaron-con-alguien en las Bermudas.
En ninguno de los dos casos, a día de hoy, parece que el final vaya a estar a la altura del comienzo -ni del punto medio-, pero esa parece ser la enfermedad de la ficción televisiva (americana) actual: cada año hay al menos 5 primeras temporadas fantásticas, pero ¿a qué limbo van todas esas series, y eso en el caso de que sean renovadas un par de temporadas más? ¿Por qué cada año no hay 5 finales fantásticos correspondientes, y sí muchas cancelaciones in media res o finales de lo más cochambrosos? Si lo sabéis por favor ponédmelo en un comentario.