sábado, 3 de abril de 2010

Kick-Ass

Aunque oficialmente se estrena este fin de semana para aprovechar las vacaciones, los pasados 26 y 27 de Marzo algunos cines de Inglaterra hacían pases especiales de Kick-Ass, imagino que para que los más interesados (eufemismo de "los más nerds"), previo paso por taquilla, empezasen a bloguear, twittear, y facebookear sobre ella. Vamos, que la película, a lo tonto y a lo bobo, ya empezó a hacer caja esos días a la vez que se montaba una campaña de promoción viral. Y allí estuve yo, formando parte de la endiablada maquinaria. Tuve que reservar con tiempo para verla el viernes pasado en Islington, y es que después de toda la expectación que ha levantado, las buenísimas críticas de la prensa especializada y la megacampaña publicitaria, el ambiente estaba que ardía. Mereció la pena.

Fuera de tópico, uno de los tráilers que proyectaron antes -todos muy bien elegidos- fue el de Scott Pilgrim vs. The World, que si no habéis visto ya os recomiendo, porque es una pasada. Es una película que está conectada a muchísimos niveles con Kick-Ass, no sólo porque estar muy cerca en temática y estética, sino también porque las dos son la gran aventura americana de dos directores británicos, porque están protagonizadas por los dos veinteañeros rubios más nerd y más cool del panorama mundial y un largo etcétera. Además, las dos se basan en cómics, y el de Scott Pilgrim es mencionado en Kick-Ass. Voy a dejar de escribir sobre esto antes de que implosione el universo.

Comenzó la película con la secuencia que ya conocíamos del teaser, y el público dejó muy claro en esos tres minutos que aquella no iba a ser una proyección normal de la película, sino que como buen pase previo-nerd allí iba a haber aplausos, abucheos, y sobre todo muchas carcajadas, si la película lo permitía. Y lo permitió, sobrepasando las expectativas en mi caso. No nos costó nada meternos en el ambientillo, y es que hay momentos en esta película en los que no hay más opción que aplaudir -aunque la estés viendo en un screener en la oscuridad de tu cuarto. Hay muchos one-liners y unas cuantas tollinas que son de diez, y aproximadamente el 50% salen de la boquita o de los puños de Hit-Girl, la niña-superheroína-psicópata que me olía antes de ver la peli que se iba a convertir en icono. Un 10 para Chloë Moretz (la hermana pequeña que no pintaba nada en (500) Days of Summer), por crear un personaje tan redondo, tan por encima de la edad que tiene y con tanta profundidad. Porque tanto Mindy/Hit-Girl como toda la película, por si las grandes cantidades de diversión fueran poco, también tienen un lado real, profundo, incluso tierno.

La historia comienza girando en torno a Dave Lizewski, un adolescente de lo más normal y aficionado a los cómics, que se pregunta por qué nadie antes, de entre todas las personas que adoran a los superhéroes, se ha intentado convertir en uno. Tras comprarse unos nunchakus y un traje de neopreno por internet, entrena un poco y comienza a patrullar las calles donde a) le patearán el culo repetidas veces y b) descubrirá que su teoría sobre la ausencia de superhéroes reales era errónea. Entre a otros personajes, Kick-Ass (el alter-ego de Dave) conoce a Red Mist, un jovencito que cuenta con muchos medios pero es bastante patoso; Big Daddy, una especie de Batman de saldo; y Hit-Girl, su hija, una niña de once años que no tiene ningún problema a la hora de utilizar las palabras fuck, cunt o son of a bitch mientras amputa miembros a sus enemigos. Primero, los héroes enmascarados discutirán por su popularidad y por cuál es la mejor manera de seguir siendo anónimos en una sociedad obsesionada con Myspace y Youtube. Después tendrán que unir sus fuerzas cuando Frank D'Amico, un poderoso traficante de drogas (cada vez me gusta más Mark Strong), se proponga destruirlos para volver a controlar el cotarro neoyorquino.

La película toca tantos palos, cubre tantos estilos y tiene tantos referentes estéticos que es complicado explicar qué es lo bueno en ella. Digamos que, si tengo que reducir Kick-Ass a su mínima expresión, diría que lo mejor es cómo una historia tan disparatada, tan cartoonish, habla en ocasiones de temas muy serios y llega a emocionar. También es un genial reflejo del espíritu de su tiempo, siendo elementos claves en la trama las redes sociales o la televisión en streaming. Kick-Ass es muy violenta y maleducada (pero mucho), y pese a la comicidad generalizada la violencia es gráfica y realista (nada Kill Bill), pero esto sólo me pareció un soplo de aire fresco en unos tiempos cinematográficos que huelen un poco a alcanfor. Los efectos especiales son bastante pobres, eso sí, y aunque el hecho de que sea una comedia ayuda un poco a mirar para otro lado, la cosa canta. En resumen, dos horas de entretenimiento puro y condensadísimo, un personaje para las antologías de chicas malas (o de niños violentos) de la historia del cine y un montón de frases para repetir con los amigos o actualizar el estado en Facebook.

Calificación: 8,5

Veredicto: nunca una película y su título habían estado tan en sintonía. Esta es la mejor patada en el culo que se lleva el cine en una temporada larga.